martes, 22 de mayo de 2007

MEDIASCAPES

Miércoles 9
Aunque casi nadie se da cuenta, la Web ya es un "gran hermano"

Miles de personas pasan frente a cámaras de seguridad y realizan ciberoperaciones. Y pese a que no lo saben, todo está registrado.

Ellen Nakashima.
next@clarin.com

Desde que Kitty Bernard se levanta, empiezan a rastrearla. Durante todo el día, el ojo vigilante de la tecnología observa los movimientos y las preferencias de esta mujer de 56 años, agente de ventas de una inmobiliaria, y registra todo: desde su ingreso al edificio hasta su trabajo y las compras, pasando además por los e-mails que escribe a sus amigos.Como muchos estadounidenses, Bernard usa modernos dispositivos que le hacen la vida más fácil, y mientras los usa genera una estela de datos que otros pueden captar y guardar, a veces permanentemente. Toda búsqueda que se hace en Internet reside en una computadora que está en alguna parte. Y muchos estadounidenses han aceptado esta explosión de recolección de datos como un trueque, a cambio de conveniencia y descuentos. Sin embargo, la nueva composición del Capitolio norteamericano empezó a examinar los usos y abusos de la recolección de datos para la seguridad y el comercio. Como la actividad de Bernard, los ciudadanos estadounidenses dejan un rastro de datos digitales que está siendo recolectado, almacenado y analizado; y que casi nunca se dan cuenta.Bernard pasa por el vestíbulo de su condominio del complejo de Reston, rumbo al gimnasio del edificio. No hay nadie. Pero una cámara de seguridad la filma. Si el gobierno o un abogado que tramita un divorcio quieren ver las grabaciones, pueden pedirlas judicialmente. Bernard regresa a su casa después de la sesión en el gimnasio, se acomoda en su sillón, en el dormitorio y revisa sus e-mails.El gobierno de los Estados Unidos sostiene que, en caso necesario, tiene derecho de leer sus mensajes aun antes de que ella los abra. Hay tecnología que permite hacerlo. Bernard no sólo es rastreable, sino que ella misma es una rastreadora. Dice que rastrear cierta información le ayuda en su trabajo. Bernard entra en una estación de servicio Exxon Mobil, y paga con una tarjeta Speedpass. El artefacto funciona con un sistema de identificación de frecuencia de ondas de radio. Sin efectivo, sin tarjeta que puede ser arrebatada. Los chips RFID están siendo colocados en tarjetas de crédito, pasaportes y también en algunos artículos en las góndolas de las tiendas. Hasta hay personas que se han hecho colocar en el cuerpo uno de ellos, para que en caso de accidente los médicos puedan tener acceso instantáneamente a su historia clínica. Y también pueden ser hackeados.Con frecuencia, para saber lo que las compañías tienen derecho a hacer, hay que leer la garantía de privacidad que suele estar oculta en el reglamento que se adjunta al e-mail o colocada en los sitios web. Pero Bernard nunca se toma el trabajo de leer. Bernard entra al edificio donde está su oficina de Coldwell Banker, y es filmada por una cámara oculta. La tendencia a utilizar la computación con base en la Web significa que la gran cantidad de información que Bernard y otras personas acostumbraban mantener en sus notebooks se almacena ahora en servidores propiedad de compañías privadas, donde los datos son potencialmente vulnerables ante los hackers y potencialmente accesibles para las autoridades.Google recolecta miles de millones de pedidos de búsqueda por mes, ingresados por usuarios como Bernard, creando así una de las mayores bases de datos del mundo sobre comportamiento online. Y les sirve, además, para fines de investigación, como por ejemplo para perfeccionar su motor de búsqueda, o ver cuántas personas cliquean en los avisos que Google puede facturar a sus anunciantes. Nadie obliga a Kitty Bernard a adoptar esta tecnología. A ella le encanta ganar tiempo pagando el peaje electrónicamente, y también le gusta la sensación de seguridad que da tener un auto equipado con un sistema GPS. A veces compra listados de clientes de inmobiliarias, para poder dirigirse a los futuros compradores según ciertas categorías: compradores de la primera casa, o gente con experiencia en transacciones inmobiliarias. "Eso, siempre que no sea invasivo", dice.Pero ¿quién puede decir lo que es ser "invasivo", cuando los adolescentes desnudan su alma en los sitios Web? ¿Cuando hay gente que filma en video tanto hechos de la vida cotidiana como acontecimientos chocantes, y los sube a la Web? Estos cachés de datos seguirán creciendo, porque hay almacenamiento barato y decenas de millones de personas, como Bernard.

Esta noticia publicada por el diario Clarín el día Miércoles 9 de mayo de 2007 esta vinculada con el concepto de MEDIASCAPES, ya que trata de la masiva circulación de imágenes, sonidos, videos e información, siendo Internet uno de los espacios de intercambio de información.

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